sábado, 14 de diciembre de 2013

El fracaso de los "Indignados" (Segunda parte)


Indignación por lucidez


Haciendo una suerte de coctel de datos es fácilmente deducible que la percepción que actualmente se tiene de España es muy diferente según desde donde sea observada.

Según el Observatorio de la Imagen de España del Real Instituto Elcano, desde fuera se percibe una paulatina salida de la crisis económica que mejora tímidamente la valoración de la imagen del país y del presidente del gobierno.
Dentro, según el Eurobarómetro de julio del presente 2013, el 99 % de los españoles consideraba la situación económica como mala siendo los más pesimistas de la Unión Europea (72% de medía) incluso por delante de los países con rescate económico. Los españoles superan en casi 20 puntos al resto de países de la UE con un 54%, la percepción de una situación de incertidumbre tal que les impide hacer planes de futuro y que viven al día.

Esta misma semana la organización no gubernamental "Transparencia Internacional" arrojaba el asombroso dato en el que se pone de manifiesto que solo Siria supera a España en 2013 en la caída de puntos de percepción de corrupción oficial situándose en el puesto número 40 del mundo y obteniendo la puntuación más baja de los últimos quince años. Por el momento todavía hay países cercanos considerados como más corruptos, tales como Italia o Grecia.

Retomando la exposición de la primera parte de esta entrada, señalar que el deporte español es lo más valorado en el exterior. En el interior como ya se dijo, los éxitos deportivos han sido los únicos acontecimientos que han puesto de manifiesto una identificación masiva de la ciudadanía como nación con una bandera, una cultura y una idiosincrasia común y distintiva.
Los medios de comunicación no se acaban de poner de acuerdo en si se trata de falta de autoestima por parte de los foráneos o que la percepción que se tiene desde fuera es irreal por la lejanía y la ausencia de conciencia del día a día actual de un español medio.

El color si importa

Los recientes acontecimientos que están teniendo lugar en Ucrania son una continuación de la Revolución Naranja iniciada en 2004 como consecuencia de la protestas por el fraude electoral en los comicios en los que el actual presidente Viktor Yanukovich se proclamaba presidente. En 2005 y tras una sentencia del Tribunal Supremo ucraniano que obligaba a repetir las elecciones, Yulika Tymoshenko la opositora de Yanukovich, una de las líderes más importantes de la Revolución Naranja, se proclamó primera ministra. Renovó su mandato en 2007 hasta que en 2010 tras perder una moción de censura de la Rada Suprema –el parlamento ucraniano- fue encarcelada por delitos políticos permaneciendo a día de hoy en prisión. La Revolución Naranja está más activa que nunca con la decisión del parlamento de no acercarse comercialmente a la Unión Europea y así mantenerse en la orbita de Rusia por los importantes intereses, especialmente energéticos que le unen a su hermano del este desde que era una de las repúblicas más importantes de la Unión Soviética. Los ucranianos visten hoy en la calle de nuevo masivamente el naranja esta vez arropados por la bandera azul de las doce estrellas y es que como Javier Solana parafrasea sin descanso “fuera de Europa hace un frío que pela”. El problema es que Rusia es quien maneja la llave del gas de las calefacciones ucranianas por mucho que sus habitantes se manifiesten en pro de un acuerdo que les conduzca a una autentica democracia al amparo de la UE.

Los Camisas Rojas de Tailandia han provocado la disolución del parlamento de tailandés. Constituyen un grupo de presión política denominado Frente Unido por la Democracia contra la Dictadura. Surgió a consecuencia de las protestas de la población campesina en 2010 cuando el gobierno de Thaksin Shinawatra fue derrocado en un golpe de Estado. Hoy los Camisas Rojas se manifiestan a favor de la primera ministra Yingluck Shinawatra que promovió en octubre de 2013 un proyecto de ley de amnistía que propiciaría el regreso de su hermano, el expresidente Thaksin sin enfrentarse a prisión por la condena por corrupción que se le impuso en 2008. Antigubernamentales y Camisas Rojas se enfrentaron violentamente en las calles desde noviembre en que tomaron el Ministerio de Finanzas provocando elecciones anticipadas. Hay serias sospechas de que el Partido Demócrata apoyado por los Camisas Rojas boicotee los nuevos comicios.

La Revolución Verde se movilizó en 2009 en Irán manifestando al mundo su disconformidad por unas elecciones de legalidad más que dudosa, en las que Mahmud Ahmadinejad se proclamó vencedor. La Revolución Verde no tuvo éxito pero dio a conocer al mundo la realidad iraní, su hartazgo hacia el Régimen de los Ayatolas que impiden el aperturismo encarcelando o reteniendo bajo arrestos domiciliarios a los opositores democráticos, manteniendo la pena de muerte, siendo el segundo país del mundo tras China que más numerosamente la ejecuta e impidiendo mediante torturas, encarcelamientos masivos, extrañas desapariciones y cierre de las comunicaciones exteriores, que la sociedad de Irán se acerque a una verdadera democracia. A pesar del intento fallido de 2009 Jamenei parece haber tenido en cuenta lo ocurrido y su repercusión anterior propiciando que Rouhani ganara los comicios de 2013 dando un giro notable a su política exterior empezando por desenquistar la negociación nuclear.

Algunas otras “revoluciones de colores” han triunfado siguiendo las pautas de la revolución pacífica de Gene Sharp pero, el denominador común ha sido que el monocromatismo que las representa ha dado visibilidad exterior e identificación como sociedad a cada uno de los países protagonistas.

Se lanzaba en la primera parte de esta entrada la hipótesis de que la pluralidad cromática que se vive en España, le está restando la fuerza de voz común a las protestas, que aunque variopintas en función de sus colores tienen un denominador común. Así en el exterior, la percepción de mejora de la situación económica por las informaciones que ofrecen propios, desde el gobierno y los grupos afines y ajenos, desde las agencias de calificación, dista mucho de la crisis social que no deja de agravarse.

Democracia pero ¿cual y como?

Según Giovanni Sartori la democracia tiene tres dimensiones íntimamente relacionadas a la vez que diferenciadas: política, social y económica. La democracia política constituiría una condición necesaria de las otras dos.
En la prensa internacional a raíz de la concentración de la Puerta del Sol de mayo de 2011 y el surgimiento del movimiento 15M y diversos y numerosos grupos, asambleas y asociaciones, se destaca sobre todo el desconteto democrático social de la situación española actual y en especial de la situación por la que los jóvenes están saliendo masivamente del país en busca de futuro. Por otro lado, las noticias sobre España de los últimos cinco años se concentran especialmente en la mala situación económica. La percepción social de una democracia política corrupta alejada de la ciudadanía es la principal queja de los españoles.

Aunque los distintos grupos movilizados en las distintas manifestaciones coinciden en muchas de sus propuestas para cambiar la situación, el margen de maniobra para conseguir llevar a cabo una estratégia que realmente conduzca a un cambio institucional, pasa por una auntentica unidad de las convicciones sociales que minen de manera efectiva la conciencia política y desatasquen de una vez por todas los oídos de los representantes del pueblo.

La Iniciativa Legislativa Popular que según el artículo 87.3 de la Constitución Española permite que, con la firma acreditada al menos de 500.000 españoles se puedan presentar a la Mesa del Congreso de los diputados propuestas de ley por parte de la ciudadanía ha sido desde el inicio de la democracia un modo permanente de menos precio a la voz del pueblo. Solo la "Proposición de Ley sobre reclamación de deudas comunitarias" acabó siendo parte de una proposición no de ley que supuso la modificación de un artículo de la Ley de Propiedad Horizontal. El resto, 66 de las cuales cuatro superaron el millón de firmas, murieron por el camino. La carencia de una resistencia eficaz y efectiva por parte de la ciudadanía a ser escuchada quizás haya sido uno de los principales motivos de la sordera parlamentaria aunque muchos apuntan también al extremado civismo de la mayoría de la ciudadanía ,que a pesar de haber salido innumerables veces a la calle no ha dado lugar a una verdadera preocupación por parte de los distintos gobiernos de que la masa puede convertirse en peligrosa si no se le escucha o si como está sucediendo, se vea cada vez más carente no solo de recursos sino también de futuro.

El endurecimiento paulatino de las posiciones políticas, especialmente en esta última legislatura, da lugar a una imposibilidad de negociación por parte de la ciudadanía con el gobierno que ha hecho crecerse en la dureza de sus medidas a estos y que ha aumentado el descontento del pueblo cada vez mejor informado pero, también más desanimado e indefenso.
La Transición democrática española fue un ejemplo de ingeniería legislativa cuasi perfecta en tanto en cuanto derogó un régimen dictatorial “de la ley a la ley” y que ahora es denostada injustamente por algunos pero, mereció el aplauso internacional en lo social por el ejemplo de adaptación a los cambios de la ciudadanía sin conflictos, a excepción del consabido problema del terrorismo, que nada tenía que ver con las ansias del pueblo de abrazar el nuevo orden democrático.
Treinta y seis años después se ha llegado a un extremo de deconstrucción democrática que pretende incluso impedir por la fuerza, que los ciudadanos se manifiesten delante del Congreso y el resto de las instituciones aun no habiendo actividad. El pueblo en el que reside la soberanía está abocado a no poder decir delante de aquellos edificios donde los elegidos deciden como se regiran sus vidas que no les gusta lo que hacen. Si el Anteproyecto de Ley de Seguridad Ciudadana, rebautizada como "Ley Mordaza" continúa en los términos acordados de inicio, un español será castigado si decide que tiene que “avisar al fontanero de que la tubería de su casa está rota, la inunda estropeando sus enseres, impidiendo el normal desarrollo de su vida y está además estropeando el techo del vecino”. Eso dista mucho de ser protección. ¿Los españoles han de ser protegidos de si mismos cuando han sido un ejemplo de convivencia pacifica?.

La historia nos susurra aunque no la queramos oír, que también los españoles han sido un ejemplo de desunión, de rupturas territoriales cuando más falta hacía que estuvieran unidos, de segmentaciones ideológicas basadas en el adoctrinamiento por parte de los poderosos, que les condujo durante décadas a odios absurdos.

Revuelta consensual

Casi todos los politólogos y pensadores concluyen que la democracia consuetudinaria es la forma más justa y equitativa de democracia y que tal vez “el acuerdo entre el mayor número de gente posible” sea más efectivo que lo que “decida la mayoría”.

Las propuestas de todos los grupos que en el último lustro a raíz de la crisis económica y la incapacidad de los gobiernos para resolverla son el sentir de la mayoría pero, no alcanzan a reunir un numero de gente tal que realmente haga cuestionarse a los representantes de todo el pueblo español que deben abandonar el anquilosamiento que les permite vivir holgadamente mientras legislan sin ton ni son. Es cada vez más sangrante ver las ruedas de prensa tras los Consejos de Ministros en los que hasta la vicepresidenta del gobierno es incapaz de dar informaciones concretas y veraces de los que se acaba de acordar y en los que las preguntas por parte de la prensa de un país, donde hay una libertad de información protegida por la constitución vigente van a ser dos escogidas por el ejecutivo. Un ejercicio de imaginación trasladando lo que está ocurriendo actualmente en España a cualquier otro país de Europa hace suponer que el estallido social sería de una inminencia tal, que se producirían ceses masivos de ministros, junto con un estudio real de un cambio de rumbo que se terciaría imprescindible.
Es difícil decidir si quienes salen a la calle en los últimos dos años expresan lo que la mayoría quiere del modo correcto o si no se producen cambios porque no sale el mayor numero de gente posible a manifestar lo que quiere la mayoría. Lo que si está claro es que el descontento generalizado no está produciendo cambio alguno a favor de la sociedad.

Se ha echado en falta por parte de algunos sectores las voces de aquellas personalidades realmente influyentes en la sociedad española y si hablan, desde mi punto de vista lo hacen susurrando, escasas veces y de modo individual y minoritario por mucho que coincidan en sus percepciones.

Tampoco se percibe la presencia de lideres que puedan llevar a cabo el cambio necesario y se culpa al anquilosamiento legislativo que cierra las puertas a cal y canto a personas capaces. A quien les escribe le vienen a la cabeza varios nombres de personas que surgieron de la nada y que incluso fueron perseguidos por sus ideas de cambio y llegaron a ser tan influyentes que no solo lograron sus metas sino que incluso llegaron a ser los timoneles de sus pueblos.

Lo positivo de la conciencia ciudadana que ha llevado a muchas personas a tratar de hacerse escuchar por aquellos a los que han votado ya que no ven reflejadas las ofertas que se les hicieron para representarles, seguirá empañado por el hecho de que la única manera de cambiar la situación actual es la de pasar por las urnas, que se han convertido en una especie de pacto con el diablo, certificado por millones de sobres que una y otra vez se someten al bipartidismo porque mayoritariamente no se considera la posibilidad de que pueda tener lugar una coalición gubernamental que obligue de una vez por todas a la representación de lo que “quiera el mayor número de gente posible”.

Muchas veces los análisis de los problemas carecen de propuestas de soluciones pero, desde que se ha iniciado esta situación en España cuya decadencia es meteórica una y otra vez acude a mi memoria José Saramago y su “Ensayo sobre la lucidez”. Para quienes no hayan disfrutado de la exquisitez de su lectura solo un ínfimo resumen: ¿qué sucedería si todo un país votara en blanco?. Tal vez debería considerarse la idea de dejar de estar indignados y comenzar únicamente a buscar el modo de recuperar la lucidez.


Silvia Brasa 2013

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