Barack Obama justificó los ataques
aéreos para frenar el avance del Estado Islámico diciendo que “no se cometerían
los errores del pasado”. Los logros desde que en agosto de 2014 se iniciaron
los ataques selectivos han sido insuficientes. El ISIS no para de avanzar
posiciones y conquistar territorio.
Los errores desde que en 2001 se
intervino en Afganistán para dar caza a Al Qaeda tras los atentados del 11S, no
han sido fruto exclusivamente de la intervención terrestre. El debate en la
comunidad internacional parece centrado exclusivamente en la pertinencia de
enviar nuevas tropas sobre el terreno pero, en vista de la evolución de la
situación geopolítica en Oriente Medio, esta no parece que pueda ser tampoco la
solución. Los continuados ataques aéreos, tanto de aviones tripulados como de
drones, han ido parejos a un crecimiento exponencial de los ataques terroristas
en Irak, Afganistán, Siria y Pakistán, principal blanco de los mismos.
La limpieza de la intervención aérea,
en la que apenas existen bajas por la parte atacante y tampoco ponen de
manifiesto en imágenes los daños colaterales que causan, ha sido el único modo
que Naciones Unidas ha encontrado de ayudar a los habitantes de Oriente Medio
para combatir al ISIS. Sin embargo, irakies, sirios y todos los lugares en los
que el grupo ha actuado, perciben el apoyo aéreo como una amenaza por los
precedentes de costes en vidas civiles cuando estos medios fueron los usados
para cazar y eliminar terroristas. ¿A qué se debe la falta de éxito de la
operación aérea?
1. Las máquinas no negocian
Si algo ha faltado
desde el principio por parte de todos los actores es voluntad para poner en
marcha los mecanismos de solución pacífica de conflictos, previstos por la Carta
de San Francisco. Siguiendo la estela de todos los países en los que tuvo lugar
la llamada “Primavera Árabe”, en Siria el descontento social que la promovió
fue in crescendo por la brutal
represión de su gobernante Bassar al-Assad. Aunque en los inicios de las
hostilidades se le restó importancia a la violencia desatada, basándose en que
se trataba de un conflicto interno, con el paso de los meses, el agravamiento
de los sucesos y el traspaso de fronteras del mismo fue cobrando protagonismo
en la esfera internacional. Annan y Brahimi, enviados por la ONU para negociar,
se rindieron a la evidencia de la imposibilidad de alcanzar ningún tipo de
acuerdo en un escenario en el que los miembros del Consejo de Seguridad se
habían posicionado en bandos contrarios. Rusia apoyó incondicionalmente al
gobierno con el beneplácito de China y Estados Unidos, Francia y Reino Unido
ayudaban a los rebeldes a resistir la ofensiva de Assad. El ataque con armas químicas de agosto de 2013
fue el único momento donde las partes buscaron un acuerdo negociado ante la
amenaza de Estados Unidos de iniciar una ofensiva. Si bien en un principio la
aceptación para destruir el arsenal químico se percibió como un inicio de
intento de llegar a un consenso para buscar una solución a la situación siria,
pronto quedo diluido y los distintos grupos terroristas asentados en el norte
del país aprovecharon la aparente sumisión de Assad a la decisión de Naciones
Unidas para comenzar una ofensiva que se convertiría en incontrolable con el paso
de los meses.
En agosto de 2014,
Obama autorizó el lanzamiento de una operación de ataques a objetivos
estratégicos controlados por el ISIS, siendo apoyados en septiembre por setenta
países. Las conversaciones han versado exclusivamente sobre cómo llevar a cabo
la operación.
2. La imposibilidad de distinguir las victimas
desde el aire
Desde la Revolución
de Irán en 1979 los movimientos políticos violentos por parte de todos los Estados arabo-islámicos
tuvieron como principal motivación de la expulsión de los extranjeros que los
mantuvieron colonizados y sometidos durante décadas y así, recuperar su
independencia. El éxito de la revolución incrementó las hostilidades y el
rechazo hacia occidente.
En el siglo XXI la
controversia del gran número de “daños colaterales” que han protagonizado la
repulsa por toda la sociedad internacional desde la intervención en Afganistán
en 2001 aumentó con la invasión de Irak en 2003. Argumentando que en las
guerras actuales, el enemigo se mimetiza con la población civil se intenta
justificar lo injustificable. La precisión de los ataques denominados
quirúrgicos es tan evidentemente discutible, que el propio Obama ha reconocido
que en las distintas operaciones con drones en Pakistán se han producido muchas
víctimas inocentes.
3. Desde el aire se alcanzan solo objetivos
macro.
Los bordes de las
carreteras de Siria, Irak y Afganistán están sembrados de minas y el uso de los
artefactos explosivos improvisados (improvised
explosive devices, IED’s por sus siglas en inglés) han constituido junto
con los coches bomba los métodos más usados en los ataques del ISIS. De este
modo el riesgo para sus integrantes es mínimo. En la toma de las distintas
ciudades, la resistencia por parte de sus habitantes, del ejercito irakí o de
los peshmerga han sido el único adversario que el ISIS se ha encontrado en su
avance.
Ni a los
explosivos, ni a los combates ,se les puede hacer frente desde el aire. Los
ataques aéreos se limitan exclusivamente a posibles almacenes de armas o
comboys de vehículos que puedan transportar material bélico o integrantes del
ISIS. Si realmente se pretende causar el mínimo daño a la población civil es
muy difícil eliminar el grueso del apoyo logístico y humano cuando se refugia
principalmente en los pueblos y ciudades tomados. Una vez que el ISIS se
asienta en una población y la somete, nada puede impedirles que saqueen bancos
o realicen juicios sumarios y ejecuciones.
Si bien se han
destruido algunos de los pozos petrolíferos que obran en poder del ISIS, para
cortarles una fuente de financiación, los ataques a infraestructuras son
totalmente desaconsejables. En algún momento habrá que reconstruir.
4. Los drones han perdido “los corazones y las
mentes”.
El manual de
contrainsurgencia que David Petraeus ayudó a
redactar, fue puesto en práctica por el general cuando en 2007 tomó el
mando de la fuerza multinacional desplegada en Irak. En él se hablaba de la
necesidad de “ganarse los corazones y las mentes de la población”, para tratar
de paliar la creciente insurgencia que había alcanzado las cotas más altas de
violencia en la región. Durante los tres años que duró la misión de Petraeus,
se ocupó fundamentalmente de escuchar a la gente, ganarse a las distintas
tribus y clanes para que entendiesen la necesidad de autodefenderse de fuerzas
hostiles.
Cuando en 2010
Petraeus fue destinado a Afganistán para que pusiera en práctica la estrategia
utilizada en Irak todo lo conseguido se fue perdiendo poco a poco. En tres
años, Irak pasó de una situación prácticamente de guerra civil, en la que la
coalición militar desplegada contó casi mil bajas solo en 2007 (un cuarto de
las habidas en total desde 2003 hasta la actualidad), a la relativa
estabilización. El Manual de Contrainsurgencia puso de manifiesto la necesidad
del factor humano que
desapareció a medida que los militares se replegaban. Las bombas que combaten
al ISIS desde el aire crean aún más confusión en una población civil carente de
medios de información y apoyo físico cercano.
La principal baza del éxito del ISIS
es el sometimiento de la población mediante el terror. Las únicas fuerzas que
les pueden hacer frente son las de los países que están siendo invadidos y en
el caso de Siria es difícil saber de qué parte está ahora cada uno de los
grupos combatientes
La despersonalización que supone el
uso de la fuerza aérea, más aún si se trata de drones, perfectamente
distinguibles de otros aparatos aéreos, genera una sensación de desamparo en la población que podría
provocar incluso el desanimo entre las tropas sobre el terreno.
Ni los peshmerga kurdos, ni el ejército irakí pueden utilizar los medios atroces con los que el ISIS mantiene aterrorizado al mundo. La asimetría de este conflicto reside más en los modos sobre el terreno que en los combatientes.
Ni los peshmerga kurdos, ni el ejército irakí pueden utilizar los medios atroces con los que el ISIS mantiene aterrorizado al mundo. La asimetría de este conflicto reside más en los modos sobre el terreno que en los combatientes.
Cuatro meses de ataques aéreos no
han frenado al ISIS. La brutalidad de sus acciones publicitadas globalmente si
han sido eficaces, explicando por qué existe un rechazo mayoritario al
despliegue de tropas. Si el repliegue de las distintas unidades militares de todos
los países estuvo en gran medida motivado por el creciente rechazo de sus
sociedades de origen a ver morir compatriotas en guerras lejanas que además no
perciben como legitimas, difícilmente esos mismos ciudadanos aceptarán que
nuevamente sus soldados vayan a morir en un conflicto en el que no perciben la
amenaza. Las acciones contra ciudadanos occidentales han tenido lugar en tierra
de guerra, causan repulsa y rechazo inmenso pero no temor real.
Silvia Brasa
2014