sábado, 29 de marzo de 2014

La UIP el 22M.

El miedo de quienes no pueden permitirse tener miedo

Hasta que el malestar ciudadano general a lo largo de la segunda legislatura socialista no llevó a la gente a salir a las calles a protestar contra la inacción o malas acciones del gobierno, la Unidad de Intervención Policial del Cuerpo Nacional de Policía, más conocidos por antidisturbios, solo eran protagonistas de noticiarios y periódicos en las reivindicaciones de los trabajadores de astilleros o cuando la kaleborroka era más activa. Al ser sus intervenciones puntuales y espaciadas en el tiempo, por su indumentaria , así como por las competencias específicas que tienen atribuidas, la mayoría de la ciudadanía de algún modo les diferenciaba injustamente del resto del Cuerpo de Policía Nacional, institución que a lo largo de los últimos años figura como la mejor valorada por los ciudadanos junto al resto de Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado y Fuerzas Armadas. A pesar de la ausencia de educación a la ciudadanía de cuales son las funciones de dichas instituciones durante toda la actual etapa democrática, han ido ganando en prestigio tanto dentro como fuera de nuestras fronteras por su buen hacer. Esto no se ha debido a que como garantes de la defensa y seguridad del Estado hayan recibido un trato especial por parte de quienes tienen el poder de emplearlos en las tareas que tienen encomendadas, más bien al contrario.

Hasta que el terrorismo dejó de ser la principal preocupación de España, Policía Nacional y Guardia Civil eran vistos como aquellos héroes que trataban de que la barbarie de ETA rebasara lo menos posible la cifra de muertos más allá de sus miembros y eran los principales objetivos. Luchaban con mas empeño que medios contra la banda terrorista y ellos son los que en mayor número engrosan la cifra de víctimas. Sabido es que después de casi cuarenta años de democracia, de diversos gobiernos y ministerios, la auténtica cooperación entre los distintos Cuerpos de Seguridad no es efectiva y eso tampoco ayuda en el trabajo diario. Las estructuras estatales no se han adecuado a las necesidades de los tiempos especialmente en lo que respecta a la seguridad y la defensa del Estado y quienes las mandan, en la mayoría de los casos, carecen de la experiencia y conocimiento imprescindibles en aparatos estatales como son aquellos que tienen que garantizar uno de los derechos fundamentales de los ciudadanos, su seguridad.

La decadencia de la clase política se ha agravado con el empeño de hacer responsable a los ciudadanos de la actual situación de descontento generalizado y ello también ha mostrado las peores caras de quienes aprovechan el desorden para hacer uso de la violencia, delinquir amparándose en una supuesta “indignación” que en nada se parece a la de quienes salen a la calle a mostrar su disconformidad. De este modo se le ha puesto en bandeja a los verdaderos responsables de los quebrantos del pueblo la táctica del divide y vencerás y se ha ejecutado desde todos los ámbitos donde ello era posible. La cabeza de turco era de fácil elección ya que los únicos representantes del Estado que comparten la calle y con quienes muestran su descontento son los miembros de la Policía Nacional.

Si un cambio se produjo a partir del 15M fue el empleo de la UIP. La Delegada del Gobierno en Madrid en el año 2011 en el que este movimiento junto con Democracia Real Ya decidió acampar en Sol era Dolores Carrión.  Al contrario de los que se dice en los medios, las Delegación del Gobierno de las distintas Comunidades Autónomas, no dependen ni de Presidencia, ni de Interior. Son cargos designados por el Ministerio de Hacienda y Administraciones Públicas. Entre sus competencias por inverosímil que resulte está la de diseñar los dispositivos de seguridad de eventos tales como las manifestaciones o congregaciones de un número masivo de personas aunque su jefatura de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado dependa funcionalmente en este ámbito del Ministerio de Interior.
Dolores Carrión no desalojo la Puerta del Sol el 14 de mayo de 2011, contrariamente a la declaración de ilegalidad de la Junta Electoral Central de la concentración, por ser ese día la jornada de reflexión previa a los comicios autonómicos. Aunque no se produjeron graves altercados, el tránsito por la Puerta del Sol y el acceso a los servicios y comercios en aquellas fechas era inviable. Tras el 15M comenzaron las dudas de que hacer con la acampada ilegal y la situación que a todas luces se les había ido de las manos a quienes tenían la potestad de dar por finalizada la ocupación. La Policía tenía orden de no actuar, lo cual fue aprovechado por algunos para vejarles de todas las formas posibles. Insultos, escupitajos, orines…

Ese mismo verano tuvieron lugar las Jornadas Mundiales de la Juventud, con la visita del Papa Benedicto XVI a la que acudieron jóvenes de todo el mundo y durante las que se autorizó una manifestación laicista que focalizaron sus reivindicaciones en los peregrinos católicos. La Policía nuevamente tenia orden de no actuar, mientras algunos de los jóvenes laicos humillaban y atemorizaban a los peregrinos de la JMJ.

El caldo comenzaba su ebullición y en las concentraciones en la calle de las personas que querían ver al Papa ya se escuchaban vítores a la Policía que de ese modo querían diferenciarse de quienes les habían increpado unos meses antes.

Ese mismo verano se reformó un artículo de la Constitución y nuevamente los ciudadanos salieron a la calle esta vez sin la autorización de la Delegación del Gobierno y por tanto sin ningún tipo de dispositivo que garantizara la seguridad ni de los manifestantes, ni del resto de ciudadanos. La Policía Nacional, tuvo que apañárselas como pudo para intentar que los ciudadanos fueran por las aceras y hartos de la inacción del Ministro de Interior Pérez Rubalcaba, de su sucesor Antonio Camacho y de la Delegada del Gobierno en Madrid, acuden en septiembre a Bruselas ante el Comité Ejecutivo de la Eurocop para denunciar las condiciones en las que estaban trabajando (jornadas interminables, vejaciones, protocolos de actuación inadecuados, incumplimientos de la Ley por parte del ejecutivo) así como la petición de depender de órganos judiciales y no políticos, algo que es incomprensible que no ocurra en la actualidad.



El día 22 de noviembre de 2011, Mariano Rajoy es elegido presidente del Gobierno. El cargo de Ministro del Interior sería para Jorge Fernández Díaz que nombraría a Ignacio Cosidó Director general de la Policía que tardo poco menos de dos meses en cesar a diez de los trece mandos policiales con el pretexto de que habían sido colocados “a dedo por Rubalcaba” (¿los suyos no?). Resulta una vez más incomprensible la politización de los altos mandos de la Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado que a todas luces deberían de gozar de la misma independencia que las instituciones judiciales, al menos al amparo de la ley, porque bien sabido es también el intento de manipulación política permanente de este organismo.
Es conocida la mínima sintonía de Cosidó con su Ministro como ha quedado claro en diversas ocasiones. Cosidó, que hasta las últimas semanas se había caracterizado por su premura para explicar con claridad todas sus actuaciones y responder a todas las cuestiones que se le planteaban, ha tenido que hacer gala de su habilidad para obviar preguntas respecto de por qué se han impuesto dos condecoraciones policiales a Vírgenes católicas y al arzobispo de Barcelona por parte del Ministro de Interior o si los miembros de la UIP tenían el material adecuado para hacer frente a las agresiones de los violentos del pasado 22 de marzo y si además se les había dado orden, no solo de no actuar, si no también de no proteger a sus compañeros que estaban siendo agredidos y pedían ayuda por las emisoras. Sabido es el uso y abuso de la actual Delegada del Gobierno en Madrid, Cristina Cifuentes de la UIP y de las mismas carencias de experiencia que adolecía su antecesora en cuanto a seguridad se refiere.

A lo largo de estos meses ya se habían producido cargas en exceso violentas por parte de los miembros de la UIP, que aunque no se justifican ni en condiciones de presión y estrés extremo, añadieron un ingrediente más para la búsqueda de víctimas y culpables de lo que está ocurriendo a día de hoy en las calles. Ellos si están pagando las consecuencias de los errores cometidos tanto por sus jefes, como por algunos compañeros, ya que ovejas negras las hay en todas las familias. La UIP  es un grupo más de los 150.000 profesionales que componen las Fueras y Cuerpos de Seguridad del Estado y que en general realizan un trabajo tan sobresaliente, como para que podamos vivir incluso con la tranquilidad de ignorar todos sus cometidos.

Para la Marcha de la Dignidad del 22 de marzo y el partido de fútbol Madrid-Barcelona del día siguiente fueron movilizados 1.700 policías del la Unidad de Intervención Policial. De ellos, unos 500 se concentraban al día siguiente delante de la Comisaría de Moratalaz donde la UIP tiene su sede central, para pedir la dimisión de sus máximos responsables. Nunca antes habían resultado heridos tantos policías en una manifestación y los miembros del grupo PUMA 70 se vieron en especial situación de peligro cuando un grupo de personas armadas y encapuchadas los acorralaron y comenzaron a lanzarles adoquines, cohetes y toda clase de objetos.

Es un dicho muy extendido entre las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado el que dice que “de la cárcel se sale, del cementerio no” y a día de hoy solo hay una persona en situación de prisión preventiva.

Las imágenes no dejan lugar a dudas pero, es alarmante la cantidad de vídeos que circulan por internet con títulos tales como “La policía irrumpe con violencia el acto final del 22M”. No hay más ciego que aquel que no quiere ver. Mientras en la Plaza de Colón de Madrid se cantaba al final de la Marcha de la Dignidad, un grupo de violentos en la calle Génova arremete contra la policía. Los convocantes de la Marcha tienen el derecho de manifestarse con la debida autorización, como de hecho estaban haciendo pero, también el deber de tratar que la concentración transcurra sin incidentes. Lejos de esto puede oírse por la megafonía como desde la Plaza se dice a la policía que se vayan y las repetidas frases de “el acto aún no ha terminado” eran coreadas por las palabras “asesinos, asesinos” dirigidas contra los antidisturbios que se protegían únicamente con sus escudos de las piedras, cohetes, barras de acero, señales de tráfico y botellas rellenas de tierra que previamente habían preparado algunos de los presentes a la manifestación a la vista de todos los congregados. Alarma especialmente que se trate de disuadir por el megáfono a la policía recordándoles que hay niños en la manifestación. Como si los policías no supieran cual es su trabajo y la dificultad de salvaguardar la seguridad de todos los presentes cuando no podían defenderse ni así mismos.  De todos modos, es incomprensible que invita a un padre a llevar a sus hijos pequeños a cualquier acto donde se concentre un número masivo de personas, con el peligro que conlleva el hecho de que por cualquier motivo, pueda producirse una avalancha o como ocurrió el pasado sábado grupos organizados de delincuentes violentos que se hacen llamar antisistema o radicales y cuyo único objetivo es agredir a policías incluso cuando están en el suelo heridos, deciden venir de varias partes de España y actuar impunemente. Amparados además por la visita de miembros de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE), alertados por los excesos de las cargas policiales de los últimos meses y con el descontento patente en Europa de la ya difunta Ley de Seguridad Ciudadana, los agresores aislaron y se ensañaron con una organización alarmante con los antidisturbios.

El saldo de heridos ha sido de 67 policias y 34 manifestantes. Los miembros del SAMUR realizaron su trabajo en mínimas condiciones de seguridad y se les gritaban cuando atendían a los policías que “les dejaran morir”.

Se ha abierto una investigación para determinar los fallos del dispositivo de seguridad, en el que no cabe duda el primer error fue el de la información que los mandos policiales tenían que haber tenido en cuenta del desplazamiento de grupos de radicales violentos desde varios puntos de España o de la consigna que circula entre ellos de “Cazar policías”.

Los miembros de la UIP concentrados en Moratalaz el domingo solicitaban expresamente el cese de los máximos responsables de la Unidad de Intervención Policial denominados MARTE, jefe de las UIP, José Miguel Ruiz Iguzquiza, y el jefe de la Primera UIP(Madrid), Francisco Javier Virseda Serna, PUMA y que dieron las ordenes de quedarse quietos ante las agresiones a los policías con grave riesgo para sus vidas y la de otros ciudadanos que pasaban por la calle y se encontraban con la batalla campal. Sus heridas fueron la gota que hizo rebosar un vaso que ya estaba al borde cuando los pasados días se publicaba en el BOE que se iban a gastar más de tres millones de euros en cambiar divisas y uniformes mientras tienen que salir a la calle sin viseras antibaho, comprarse ellos mismos guantes que les protejan de los cortes cuando realizan su trabajo o ven que los escudos protectores son inservibles a golpes de adoquines o señales de tráfico.

El viernes 27 de marzo era noticia que un agente tuvo que desenfundar su arma en Ciudad Universitaria al encontrarse junto con su compañero con un grupo de cincuenta personas que al grito de “vamos a por ellos que son pocos” temieron por su integridad. Los agresores saben perfectamente, que salvo en circunstancias de extrema gravedad que implique la defensa propia por ver comprometida su vida o la de otros, un policía no puede sacar su arma, lo que no solo les sirve para aumentar su agresividad, crecerse y luego acudir a los medios para crear el consabido debate respecto de las actuaciones policiales y el maniqueo empeño de colocar a unos y a otros en izquierdas o derechas para defenderlos o machacarlos. Tal vez llegue el momento de que en este país, la estúpida costumbre de poner de un lado o de otro a las personas con un criterio más bien absurdo, sea sustituido por el sentido común. Delincuentes extremadamente violentos y fuerzas de seguridad del Estado es la única clasificación que se puede hacer en estos casos.

Evidentemente quienes no creen en el Estado de Derecho, en sus instituciones o sencillamente tienen como modus vivendi agredir a los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado como macabro divertimento, ya que no reivindican más que el uso de la violencia gratuita, el destrozo de mobiliario urbano y el increpar a quienes se atrevan a llamarles la atención por su actitud, sean estos quienes sean, se han envalentonado tras lo ocurrido el sábado 22 de marzo. No faltan medios que demonicen a la policía al punto de acusarles de instigar a los violentos. Resulta incomprensible que se critique que entre los manifestantes caminen policías de paisano que puedan detectar con antelación que se vaya a producir algún incidente que ponga en riesgo a todas las personas que acuden a ella e informen a sus compañeros para que estén prevenidos. La justificación de que un antidisturbios dedica su vida a ese trabajo porque “les va la marcha” no lleva a pensar que lo que hacen va mucho más allá de cargar con dureza contra quienes ponen en riesgo la seguridad. ¿Un cirujano opera porque es un sádico? ¿Y un bombero disfruta viendo sufrir a quienes están atrapados en un incendio? ¿Y quién se encarama a poste de la luz para reparar una avería, va con el subidón de pensar que puede freírse por una descarga?.

Si bien es cierto que en algunas ocasiones los antidisturbios han llevado a cabo actuaciones muy desafortunadas, no es menos cierto que es muy difícil hacer frente a esta nueva forma de terrorismo urbano y más cuando los mandos, responsables y garantes de que su trabajo sea efectivo y seguro, no escuchan desde hace ya demasiado tiempo las necesidades y las nuevas amenazas a las que se enfrentan las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado.
Por parte de muchas personas, que en absoluto creen en la violencia, se reprueba duramente los errores de los antidisturbios, que hasta que el sábado quedó patente el peligro que corren, no eran conscientes de que se enfrentan a personas armadas que actúan con extrema violencia, que se mezclan entre los ciudadanos que acuden a la manifestación con la única intención de ejercer su derecho y que la misión de los miembros de la UIP es que estos no pongan en riesgo la integridad de los manifestantes como así ocurrió.

Muchos instan a la policía a que se unan a las protestas, ya que la mayoría de la población es consciente de que ellos, no sólo son los verdaderos garantes de su seguridad e integridad física, que están las 24 horas del día, los 365 días del año al servicio de los ciudadanos, que también han sufrido recortes salariales, que sus jefes en extremo politizados les ignoran, que tienen familias y amigos que esperan con preocupación a que regresen a casa tras cada servicio. Pocos los que son conscientes de hasta que punto tienen que guardar silencio por no desestabilizar aún más la institución que representan.

Los observadores de la OSCE darán buena cuenta de lo que el gobierno y los mandos policiales entendieron que tenían que ver respecto al respeto al derecho de reunión de los españoles. Sería deseable que cuando se analicen si la policía cumple adecuadamente con sus obligaciones se tuviera en cuenta que también son humanos con derechos.

Ahora el juego del divide y vencerás ha conseguido poner en riesgo también la seguridad de quienes protegen y han promovido enfrentamientos entre los servidores a la ciudadanía (bomberos, policía municipal). La maniobra de represión por la ley o por la fuerza de quienes salen a expresar su malestar a la calle no funcionaba mientras se fraguaba el modo de los ciudadanos dirigieran su ira a quienes en un momento de sus vidas decidieron dedicarse a protegerles por más que cuando cualquiera tiene un problema, sepa que puede recurrir a ellos en cualquier circunstancia. El arco parlamentario permaneció durante días en silencio, tal vez haciendo recuento de cuantos votos les podía costar el apoyo unánime al Cuerpo Nacional de Policía, dejando claro que sus intereses, está de sobra demostrado, están muy por encima incluso de la integridad física de sus votantes.

Los resultados de la investigación de lo ocurrido el sábado 22 de marzo se conocerán este jueves 3 de abril y es presumible que ni se produzcan dimisiones en la cúpula de Interior y la Policía Nacional, ni se tomen auténticas medidas estructurales, una vez más.  Los esfuerzos continuarán dirigidos a legislar de espaldas a las necesidades de los ciudadanos.

Muchos tememos que finalmente se produzca un hecho de mayor gravedad con fatídicos resultados pero, la habilidad por parte de los políticos en este país para manipular incluso las muertes es tanta, que es dudoso que ni así atiendan a una sociedad cada vez más malherida.

Sería deseable que las heridas de los miembros de la Unidad de Intervención Policial llevaran a una reflexión profunda a la hora de acudir a las urnas. ¿Si aquellos que nos protegen llegaran a tener miedo de hacerlo, porque también a ellos les desamparan, quién lo va a hacer?. Pero ellos no pueden permitirse ni siquiera tener miedo, porque como dicen algunos hipócritas que no ven más allá del uniforme cuando alguno comete un error, les va en el sueldo. Como si no pudieran haberse dedicado a otra cosa…

Silvia Brasa
2014








6 comentarios:

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    1. Gracias por tu comentario Jesús. Efectivamente muy pocas veces se tiene en cuenta la encomiable labor de la Policía Municipal de Madrid y el apoyo que presta a la Policía Nacional. Merecería un capítulo a parte.
      Por otro lado comentarte que el uso del arma de fuego en cualquier caso incluso el mostrarla como modo disuasorio está regulado por Naciones Unidas en el Código de conducta para funcionarios encargados de hacer cumplir la ley
      adoptado por la Asamblea General en su resolución 34/169, de 17 de
      diciembre de 1979, que España ha refrendado y que la Policía Municipal se rige por la misma Ley Orgánica que el resto de Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado (Ley Orgánica 2/1986, de 13 de marzo, de Fuerzas y Cuerpos de Seguridad) y aunque cada cuerpo tenga competencias específicas reguladas por sus distintas Comunidades Autónomas en dicha Ley se le da la misma consideración.
      Un saludo

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  3. Legislación de actuación policial en cuanto al uso del arma se refiere:
    Ámbito internacional:

    1) Resolución 690, de 8 de mayo de 1979, relativa a la declaración sobre la Policía, aprobada por la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa.

    2) Resolución 34/169: Código de conducta para funcionarios encargados de hacer cumplir la ley, aprobado por Naciones Unidas el 17 de diciembre de 1979.

    Los documentos nacionales de ético policial se recogen en las siguientes normas:

    1) Orden del Ministerio del Interior de 30 de septiembre de 1981, por la que se dispone la publicación del acuerdo del Consejo de Ministros de 4 de septiembre de 1981, sobre Principios Básicos de Actuación de los Miembros de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado.

    2) Instrucción sobre utilización de armas de fuego por los miembros de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, de abril de 1983.

    3) Ley Orgánica 2/1986, de 13 de marzo, de Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, artículo 5.

    4) Específicamente, para la Comunidad de Madrid, se recogen estos principios en la Ley 4/1992, de 8 de julio, de Coordinación de Policías Locales, artículos 12 al 18.

    5) Concretamente, para la Policía Municipal de Madrid, hay que referirse al Reglamento del Cuerpo aprobado por el Ayuntamiento Pleno con fecha 31 de marzo de 1995, artículos 8 al 13.

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    2. Existen códigos éticos y deontológico que explican perfectamente que se entiende por uso correcto de las armas de fuego que evita la necesidad de que la la ley internacional o nacional tenga que especificar si es uso poner la mano en la funda, desabrocharla o sacar el arma, todo ello se considera uso y cualquier actuación en la que el arma este presente, tal y como señala la ley ha de recogerse en un informe y tendrá las consideraciones judiciales y consecuencias que requiere cada caso.
      Por muy interpretable que puedan ser las leyes y distintas las situaciones en las que cualquier agente de la autoridad pueda encontrarse, la formula "uso" comienza y termina mientras se porte un arma, incluso sin uniforme y fuera del servicio como se señala en la amplia legislación al respecto.
      Un saludo.

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