sábado, 29 de marzo de 2014

La UIP el 22M.

El miedo de quienes no pueden permitirse tener miedo

Hasta que el malestar ciudadano general a lo largo de la segunda legislatura socialista no llevó a la gente a salir a las calles a protestar contra la inacción o malas acciones del gobierno, la Unidad de Intervención Policial del Cuerpo Nacional de Policía, más conocidos por antidisturbios, solo eran protagonistas de noticiarios y periódicos en las reivindicaciones de los trabajadores de astilleros o cuando la kaleborroka era más activa. Al ser sus intervenciones puntuales y espaciadas en el tiempo, por su indumentaria , así como por las competencias específicas que tienen atribuidas, la mayoría de la ciudadanía de algún modo les diferenciaba injustamente del resto del Cuerpo de Policía Nacional, institución que a lo largo de los últimos años figura como la mejor valorada por los ciudadanos junto al resto de Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado y Fuerzas Armadas. A pesar de la ausencia de educación a la ciudadanía de cuales son las funciones de dichas instituciones durante toda la actual etapa democrática, han ido ganando en prestigio tanto dentro como fuera de nuestras fronteras por su buen hacer. Esto no se ha debido a que como garantes de la defensa y seguridad del Estado hayan recibido un trato especial por parte de quienes tienen el poder de emplearlos en las tareas que tienen encomendadas, más bien al contrario.

Hasta que el terrorismo dejó de ser la principal preocupación de España, Policía Nacional y Guardia Civil eran vistos como aquellos héroes que trataban de que la barbarie de ETA rebasara lo menos posible la cifra de muertos más allá de sus miembros y eran los principales objetivos. Luchaban con mas empeño que medios contra la banda terrorista y ellos son los que en mayor número engrosan la cifra de víctimas. Sabido es que después de casi cuarenta años de democracia, de diversos gobiernos y ministerios, la auténtica cooperación entre los distintos Cuerpos de Seguridad no es efectiva y eso tampoco ayuda en el trabajo diario. Las estructuras estatales no se han adecuado a las necesidades de los tiempos especialmente en lo que respecta a la seguridad y la defensa del Estado y quienes las mandan, en la mayoría de los casos, carecen de la experiencia y conocimiento imprescindibles en aparatos estatales como son aquellos que tienen que garantizar uno de los derechos fundamentales de los ciudadanos, su seguridad.

La decadencia de la clase política se ha agravado con el empeño de hacer responsable a los ciudadanos de la actual situación de descontento generalizado y ello también ha mostrado las peores caras de quienes aprovechan el desorden para hacer uso de la violencia, delinquir amparándose en una supuesta “indignación” que en nada se parece a la de quienes salen a la calle a mostrar su disconformidad. De este modo se le ha puesto en bandeja a los verdaderos responsables de los quebrantos del pueblo la táctica del divide y vencerás y se ha ejecutado desde todos los ámbitos donde ello era posible. La cabeza de turco era de fácil elección ya que los únicos representantes del Estado que comparten la calle y con quienes muestran su descontento son los miembros de la Policía Nacional.

Si un cambio se produjo a partir del 15M fue el empleo de la UIP. La Delegada del Gobierno en Madrid en el año 2011 en el que este movimiento junto con Democracia Real Ya decidió acampar en Sol era Dolores Carrión.  Al contrario de los que se dice en los medios, las Delegación del Gobierno de las distintas Comunidades Autónomas, no dependen ni de Presidencia, ni de Interior. Son cargos designados por el Ministerio de Hacienda y Administraciones Públicas. Entre sus competencias por inverosímil que resulte está la de diseñar los dispositivos de seguridad de eventos tales como las manifestaciones o congregaciones de un número masivo de personas aunque su jefatura de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado dependa funcionalmente en este ámbito del Ministerio de Interior.
Dolores Carrión no desalojo la Puerta del Sol el 14 de mayo de 2011, contrariamente a la declaración de ilegalidad de la Junta Electoral Central de la concentración, por ser ese día la jornada de reflexión previa a los comicios autonómicos. Aunque no se produjeron graves altercados, el tránsito por la Puerta del Sol y el acceso a los servicios y comercios en aquellas fechas era inviable. Tras el 15M comenzaron las dudas de que hacer con la acampada ilegal y la situación que a todas luces se les había ido de las manos a quienes tenían la potestad de dar por finalizada la ocupación. La Policía tenía orden de no actuar, lo cual fue aprovechado por algunos para vejarles de todas las formas posibles. Insultos, escupitajos, orines…

Ese mismo verano tuvieron lugar las Jornadas Mundiales de la Juventud, con la visita del Papa Benedicto XVI a la que acudieron jóvenes de todo el mundo y durante las que se autorizó una manifestación laicista que focalizaron sus reivindicaciones en los peregrinos católicos. La Policía nuevamente tenia orden de no actuar, mientras algunos de los jóvenes laicos humillaban y atemorizaban a los peregrinos de la JMJ.

El caldo comenzaba su ebullición y en las concentraciones en la calle de las personas que querían ver al Papa ya se escuchaban vítores a la Policía que de ese modo querían diferenciarse de quienes les habían increpado unos meses antes.

Ese mismo verano se reformó un artículo de la Constitución y nuevamente los ciudadanos salieron a la calle esta vez sin la autorización de la Delegación del Gobierno y por tanto sin ningún tipo de dispositivo que garantizara la seguridad ni de los manifestantes, ni del resto de ciudadanos. La Policía Nacional, tuvo que apañárselas como pudo para intentar que los ciudadanos fueran por las aceras y hartos de la inacción del Ministro de Interior Pérez Rubalcaba, de su sucesor Antonio Camacho y de la Delegada del Gobierno en Madrid, acuden en septiembre a Bruselas ante el Comité Ejecutivo de la Eurocop para denunciar las condiciones en las que estaban trabajando (jornadas interminables, vejaciones, protocolos de actuación inadecuados, incumplimientos de la Ley por parte del ejecutivo) así como la petición de depender de órganos judiciales y no políticos, algo que es incomprensible que no ocurra en la actualidad.



El día 22 de noviembre de 2011, Mariano Rajoy es elegido presidente del Gobierno. El cargo de Ministro del Interior sería para Jorge Fernández Díaz que nombraría a Ignacio Cosidó Director general de la Policía que tardo poco menos de dos meses en cesar a diez de los trece mandos policiales con el pretexto de que habían sido colocados “a dedo por Rubalcaba” (¿los suyos no?). Resulta una vez más incomprensible la politización de los altos mandos de la Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado que a todas luces deberían de gozar de la misma independencia que las instituciones judiciales, al menos al amparo de la ley, porque bien sabido es también el intento de manipulación política permanente de este organismo.
Es conocida la mínima sintonía de Cosidó con su Ministro como ha quedado claro en diversas ocasiones. Cosidó, que hasta las últimas semanas se había caracterizado por su premura para explicar con claridad todas sus actuaciones y responder a todas las cuestiones que se le planteaban, ha tenido que hacer gala de su habilidad para obviar preguntas respecto de por qué se han impuesto dos condecoraciones policiales a Vírgenes católicas y al arzobispo de Barcelona por parte del Ministro de Interior o si los miembros de la UIP tenían el material adecuado para hacer frente a las agresiones de los violentos del pasado 22 de marzo y si además se les había dado orden, no solo de no actuar, si no también de no proteger a sus compañeros que estaban siendo agredidos y pedían ayuda por las emisoras. Sabido es el uso y abuso de la actual Delegada del Gobierno en Madrid, Cristina Cifuentes de la UIP y de las mismas carencias de experiencia que adolecía su antecesora en cuanto a seguridad se refiere.

A lo largo de estos meses ya se habían producido cargas en exceso violentas por parte de los miembros de la UIP, que aunque no se justifican ni en condiciones de presión y estrés extremo, añadieron un ingrediente más para la búsqueda de víctimas y culpables de lo que está ocurriendo a día de hoy en las calles. Ellos si están pagando las consecuencias de los errores cometidos tanto por sus jefes, como por algunos compañeros, ya que ovejas negras las hay en todas las familias. La UIP  es un grupo más de los 150.000 profesionales que componen las Fueras y Cuerpos de Seguridad del Estado y que en general realizan un trabajo tan sobresaliente, como para que podamos vivir incluso con la tranquilidad de ignorar todos sus cometidos.

Para la Marcha de la Dignidad del 22 de marzo y el partido de fútbol Madrid-Barcelona del día siguiente fueron movilizados 1.700 policías del la Unidad de Intervención Policial. De ellos, unos 500 se concentraban al día siguiente delante de la Comisaría de Moratalaz donde la UIP tiene su sede central, para pedir la dimisión de sus máximos responsables. Nunca antes habían resultado heridos tantos policías en una manifestación y los miembros del grupo PUMA 70 se vieron en especial situación de peligro cuando un grupo de personas armadas y encapuchadas los acorralaron y comenzaron a lanzarles adoquines, cohetes y toda clase de objetos.

Es un dicho muy extendido entre las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado el que dice que “de la cárcel se sale, del cementerio no” y a día de hoy solo hay una persona en situación de prisión preventiva.

Las imágenes no dejan lugar a dudas pero, es alarmante la cantidad de vídeos que circulan por internet con títulos tales como “La policía irrumpe con violencia el acto final del 22M”. No hay más ciego que aquel que no quiere ver. Mientras en la Plaza de Colón de Madrid se cantaba al final de la Marcha de la Dignidad, un grupo de violentos en la calle Génova arremete contra la policía. Los convocantes de la Marcha tienen el derecho de manifestarse con la debida autorización, como de hecho estaban haciendo pero, también el deber de tratar que la concentración transcurra sin incidentes. Lejos de esto puede oírse por la megafonía como desde la Plaza se dice a la policía que se vayan y las repetidas frases de “el acto aún no ha terminado” eran coreadas por las palabras “asesinos, asesinos” dirigidas contra los antidisturbios que se protegían únicamente con sus escudos de las piedras, cohetes, barras de acero, señales de tráfico y botellas rellenas de tierra que previamente habían preparado algunos de los presentes a la manifestación a la vista de todos los congregados. Alarma especialmente que se trate de disuadir por el megáfono a la policía recordándoles que hay niños en la manifestación. Como si los policías no supieran cual es su trabajo y la dificultad de salvaguardar la seguridad de todos los presentes cuando no podían defenderse ni así mismos.  De todos modos, es incomprensible que invita a un padre a llevar a sus hijos pequeños a cualquier acto donde se concentre un número masivo de personas, con el peligro que conlleva el hecho de que por cualquier motivo, pueda producirse una avalancha o como ocurrió el pasado sábado grupos organizados de delincuentes violentos que se hacen llamar antisistema o radicales y cuyo único objetivo es agredir a policías incluso cuando están en el suelo heridos, deciden venir de varias partes de España y actuar impunemente. Amparados además por la visita de miembros de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE), alertados por los excesos de las cargas policiales de los últimos meses y con el descontento patente en Europa de la ya difunta Ley de Seguridad Ciudadana, los agresores aislaron y se ensañaron con una organización alarmante con los antidisturbios.

El saldo de heridos ha sido de 67 policias y 34 manifestantes. Los miembros del SAMUR realizaron su trabajo en mínimas condiciones de seguridad y se les gritaban cuando atendían a los policías que “les dejaran morir”.

Se ha abierto una investigación para determinar los fallos del dispositivo de seguridad, en el que no cabe duda el primer error fue el de la información que los mandos policiales tenían que haber tenido en cuenta del desplazamiento de grupos de radicales violentos desde varios puntos de España o de la consigna que circula entre ellos de “Cazar policías”.

Los miembros de la UIP concentrados en Moratalaz el domingo solicitaban expresamente el cese de los máximos responsables de la Unidad de Intervención Policial denominados MARTE, jefe de las UIP, José Miguel Ruiz Iguzquiza, y el jefe de la Primera UIP(Madrid), Francisco Javier Virseda Serna, PUMA y que dieron las ordenes de quedarse quietos ante las agresiones a los policías con grave riesgo para sus vidas y la de otros ciudadanos que pasaban por la calle y se encontraban con la batalla campal. Sus heridas fueron la gota que hizo rebosar un vaso que ya estaba al borde cuando los pasados días se publicaba en el BOE que se iban a gastar más de tres millones de euros en cambiar divisas y uniformes mientras tienen que salir a la calle sin viseras antibaho, comprarse ellos mismos guantes que les protejan de los cortes cuando realizan su trabajo o ven que los escudos protectores son inservibles a golpes de adoquines o señales de tráfico.

El viernes 27 de marzo era noticia que un agente tuvo que desenfundar su arma en Ciudad Universitaria al encontrarse junto con su compañero con un grupo de cincuenta personas que al grito de “vamos a por ellos que son pocos” temieron por su integridad. Los agresores saben perfectamente, que salvo en circunstancias de extrema gravedad que implique la defensa propia por ver comprometida su vida o la de otros, un policía no puede sacar su arma, lo que no solo les sirve para aumentar su agresividad, crecerse y luego acudir a los medios para crear el consabido debate respecto de las actuaciones policiales y el maniqueo empeño de colocar a unos y a otros en izquierdas o derechas para defenderlos o machacarlos. Tal vez llegue el momento de que en este país, la estúpida costumbre de poner de un lado o de otro a las personas con un criterio más bien absurdo, sea sustituido por el sentido común. Delincuentes extremadamente violentos y fuerzas de seguridad del Estado es la única clasificación que se puede hacer en estos casos.

Evidentemente quienes no creen en el Estado de Derecho, en sus instituciones o sencillamente tienen como modus vivendi agredir a los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado como macabro divertimento, ya que no reivindican más que el uso de la violencia gratuita, el destrozo de mobiliario urbano y el increpar a quienes se atrevan a llamarles la atención por su actitud, sean estos quienes sean, se han envalentonado tras lo ocurrido el sábado 22 de marzo. No faltan medios que demonicen a la policía al punto de acusarles de instigar a los violentos. Resulta incomprensible que se critique que entre los manifestantes caminen policías de paisano que puedan detectar con antelación que se vaya a producir algún incidente que ponga en riesgo a todas las personas que acuden a ella e informen a sus compañeros para que estén prevenidos. La justificación de que un antidisturbios dedica su vida a ese trabajo porque “les va la marcha” no lleva a pensar que lo que hacen va mucho más allá de cargar con dureza contra quienes ponen en riesgo la seguridad. ¿Un cirujano opera porque es un sádico? ¿Y un bombero disfruta viendo sufrir a quienes están atrapados en un incendio? ¿Y quién se encarama a poste de la luz para reparar una avería, va con el subidón de pensar que puede freírse por una descarga?.

Si bien es cierto que en algunas ocasiones los antidisturbios han llevado a cabo actuaciones muy desafortunadas, no es menos cierto que es muy difícil hacer frente a esta nueva forma de terrorismo urbano y más cuando los mandos, responsables y garantes de que su trabajo sea efectivo y seguro, no escuchan desde hace ya demasiado tiempo las necesidades y las nuevas amenazas a las que se enfrentan las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado.
Por parte de muchas personas, que en absoluto creen en la violencia, se reprueba duramente los errores de los antidisturbios, que hasta que el sábado quedó patente el peligro que corren, no eran conscientes de que se enfrentan a personas armadas que actúan con extrema violencia, que se mezclan entre los ciudadanos que acuden a la manifestación con la única intención de ejercer su derecho y que la misión de los miembros de la UIP es que estos no pongan en riesgo la integridad de los manifestantes como así ocurrió.

Muchos instan a la policía a que se unan a las protestas, ya que la mayoría de la población es consciente de que ellos, no sólo son los verdaderos garantes de su seguridad e integridad física, que están las 24 horas del día, los 365 días del año al servicio de los ciudadanos, que también han sufrido recortes salariales, que sus jefes en extremo politizados les ignoran, que tienen familias y amigos que esperan con preocupación a que regresen a casa tras cada servicio. Pocos los que son conscientes de hasta que punto tienen que guardar silencio por no desestabilizar aún más la institución que representan.

Los observadores de la OSCE darán buena cuenta de lo que el gobierno y los mandos policiales entendieron que tenían que ver respecto al respeto al derecho de reunión de los españoles. Sería deseable que cuando se analicen si la policía cumple adecuadamente con sus obligaciones se tuviera en cuenta que también son humanos con derechos.

Ahora el juego del divide y vencerás ha conseguido poner en riesgo también la seguridad de quienes protegen y han promovido enfrentamientos entre los servidores a la ciudadanía (bomberos, policía municipal). La maniobra de represión por la ley o por la fuerza de quienes salen a expresar su malestar a la calle no funcionaba mientras se fraguaba el modo de los ciudadanos dirigieran su ira a quienes en un momento de sus vidas decidieron dedicarse a protegerles por más que cuando cualquiera tiene un problema, sepa que puede recurrir a ellos en cualquier circunstancia. El arco parlamentario permaneció durante días en silencio, tal vez haciendo recuento de cuantos votos les podía costar el apoyo unánime al Cuerpo Nacional de Policía, dejando claro que sus intereses, está de sobra demostrado, están muy por encima incluso de la integridad física de sus votantes.

Los resultados de la investigación de lo ocurrido el sábado 22 de marzo se conocerán este jueves 3 de abril y es presumible que ni se produzcan dimisiones en la cúpula de Interior y la Policía Nacional, ni se tomen auténticas medidas estructurales, una vez más.  Los esfuerzos continuarán dirigidos a legislar de espaldas a las necesidades de los ciudadanos.

Muchos tememos que finalmente se produzca un hecho de mayor gravedad con fatídicos resultados pero, la habilidad por parte de los políticos en este país para manipular incluso las muertes es tanta, que es dudoso que ni así atiendan a una sociedad cada vez más malherida.

Sería deseable que las heridas de los miembros de la Unidad de Intervención Policial llevaran a una reflexión profunda a la hora de acudir a las urnas. ¿Si aquellos que nos protegen llegaran a tener miedo de hacerlo, porque también a ellos les desamparan, quién lo va a hacer?. Pero ellos no pueden permitirse ni siquiera tener miedo, porque como dicen algunos hipócritas que no ven más allá del uniforme cuando alguno comete un error, les va en el sueldo. Como si no pudieran haberse dedicado a otra cosa…

Silvia Brasa
2014








domingo, 23 de marzo de 2014

Adolfo Suárez. El Presidente, el hombre, la política en estado puro


Yo no tengo vocación de estar en la historia” Adolfo Suárez


Se dice que cuando el 3 de julio de 1976 el Rey pidió a Suárez que “le hiciera el favor de ser el presidente del gobierno”, los medios de comunicación internacionales se volvieron locos tratando de componer el currículo de este hombre de Cebreros, un pequeño pueblo de Ávila.

La sinfonía compuesta por D. Juan Carlos y Torcuato Fernández- Miranda y ejecutada perfectamente por este último ante el Consejo del Reino, designaban a Adolfo Suárez González como piloto del naciente proceso de cambio.


Un país desconcertado, despertando de una pesadilla de 40 años, cuando dudaba entre abrir los ojos con fuerza y comenzar a soñar con la libertad y la concordia, el respeto a los derechos civiles y el adios definitivo a los viejos y vivos rencores se encontraba con un hombre dirigiendo el país con “demasiadas” cualidades.

Los elefantes del régimen de un modo un tanto maquiavélico y siempre “desde la legalidad” habían elegido, casi sin notarlo, al candidato que menos les gustaba: demasiado joven, demasiado afecto al Rey, demasiado democrático, demasiado civil, demasiado inexperto, demasiado dialogante, demasiado trabajador, demasiado independiente.... Y estos calificativos, hoy absolutamente admirables e imprescindibles para llevar a cabo la titánica empresa que había que crear, eran entonces lo más peyorativo que se podía dedicar al hombre que gobernaría España mientras se ponían los cimientos de un Estado realmente democrático.
Para los aspirantes más aperturistas también era “demasiado” azul, ya que toda su carrera política estuvo vinculada al Movimiento, por mucho que su ideología fuera totalmente reformista como así se afanaba en declarar hasta al propio Franco sin cambiar de color.

Muchas son las biografías escritas de Adolfo Suárez. Sus comienzos son humildes, “demasiado” humildes también. Este hecho le llevó a cambiar de domicilio en función de los vecinos que podría encontrarse para buscar el camino político hacia lo más alto. Abogado de formación y político de vocación, se inició de la mano de Herrero Tejedor recomendado por Gómez de Liaño, uno de sus profesores de la Universidad de Salamanca,  en el mundo político. Su principal afán por entonces era ayudar a su familia en serios apuros económicos por la marcha de su padre Polo en busca de aventuras.
Católico devoto llegó a pensar en ingresar en el seminario, algo que desestimó por no dejar desamparada a su madre y a sus hermanos.

Su carisma, su simpatía pero sobre todo su capacidad de trabajo incansable y perfeccionista le hicieron ir subiendo peldaños de los que a veces bajaba casi a empujones, por querer ascender demasiado rápido en un mundo en el que escalar solo era privilegio de unos pocos.

Adolfo, siempre estaba en el lugar adecuado en el momento oportuno, sabía propiciar que así fuera. No dudaba en presentarse en el restaurante que frecuentaban los ministros mas influyentes o en hacerse el encontradizo con el Caudillo en uno de sus famosos días de pesca.

En esos caminos y siendo ya Gobernador Civil de Segovia conoció al Príncipe Juan Carlos, quien por aquel entonces no interesaba a casi nadie. Corría el año 1969 cuando los príncipes visitaban Segovia. Adolfo Suárez conectó con Don Juan Carlos desde el primer momento. Con solo seis años de diferencia de edad, dos hombres jóvenes que acababan de conocerse descubrieron que su planes para el país en el que habitaban y en el que ambos se sentían atados de pies y manos era similares. Desde ese paseo por Segovia y el almuerzo en Cándido donde se dijo que Suárez ofreció a Don Juan Carlos la “hoja de ruta” de como debería desarrollarse el cambio una vez desaparecido Franco, surgió un vínculo profesional y personal tan fuerte, que pese a todos los avatares y sin sabores posteriores, permaneció incluso después de que Suárez se abandonara al olvido aunque siguiera la sensación de cariño de quien fue su amigo.

A partir de aquí comenzó a fraguarse su merecido lugar en la historia.

"Ningún viento es favorable a aquel que no sabe adónde va"


Adolfo Suárez tenía muy claro su destino a pesar de los vientos en contra.


Se le tachó de inculto, de poco leído y “escribido” algo que Calvo Sotelo se encargó de tratar de corroborar cuando a su llegada a la Moncloa, ya como presidente del gobierno y apuesta personal de Suárez manifestó que “allí había muchos teléfonos y pocos libros”. Ese sambenito de chico de provincias con la carrera de derecho y gracias, que desbancó en la terna a un montón de hombres de mundo, políglotas, viajados, cultos y muy estudiados, le perseguiría de por vida. Ni la corrección a Hernández Mancha cuando quiso adaptar un poema de Santa Teresa de Jesús, le sacó de los infiernos de su falta de afición por la literatura. A diferencia de otros estadistas nunca publicó nada propio, ni era un loco de la historia. El "sólo" sabía escuchar, no leía, escuchaba, interactuaba, hablaba, era una animal social y por extensión era un animal político. Lo suyo más que vocacional era un don innato para el difícil arte de hacer política y todo lo que ello conlleva, ansias de poder incluidas, ambición incluidas, carisma incluido.

En el momento que le tocó ser el actor principal tras muchos papeles secundarios y no menos intervenciones sin importancia en la película de la España de mediados de siglo, fue el peliculón. Tuvo la oportunidad de hacer lo que ningún otro en este país había hecho, lo que de ser logrado ya nadie tendría que hacer de nuevo y ¿quien no querría un indiscutible puesto en los libros de historia por mucho que Suárez se empeñara en no tener vocación de ser un hombre histórico?. El tiempo ha juzgado y condenado.

En un principio y por muchos años hasta que su vida personal cayó en desgracia y hasta que la solidez del Estado español era inquebrantable pero desgraciado, también la sentencia fue de culpable. Culpable por escucharlos a todos. Culpable por hacer lo que le vino en gana y ser consciente de la soledad de sus decisiones cuando creía que iban a ser lo mejor para la andadura de la democracia, véase la legalización del Partido Comunista. Culpable por tratar de unir a familias políticas para formar un partido fuerte y solido por mucho que sus diferencias fueran a prueba incluso del talante Suárez. Culpable por ser el elegido y culpable porque además empeñarse en ser el electo.

Entre tanta culpa ese perdón tardío y esa nueva sentencia de inocente se mire por donde se mire, carece de razón, sentido y justicia. Demasiado tarde. 
Aquellos que le juzgaron y condenaron de inicio, ahora poco menos que le beatificarían como si hubiese realizado algún milagro. Porque eso de sacar a un país con 40 años de dictadura a sus espaldas, con una herencia política que conducía, casi por inercia al continuísmo y por convencer a la mayoría de la ciudadanía de que tenían que ser ellos los auténticos constructores de un país libre, moderno y a la altura del resto de nuestros vecinos europeos, no contaba. ¿O si? Ahora si cuenta. Ahora que el ya no sabe que sus enemigos más acérrimos se desgañitan en alabar sus excelencias si cuenta. 
A Adolfo Suárez González, el que aparece ya en los libros de historia, le parecería fantástico ese cambio de parecer. Al Suárez que conocimos sentado de medio lado en el escaño, así se votara al ley que abrió a España a las opciones políticas, a las autonomías, al reconocimiento de los derechos civiles o mientras pegaban tiros unos locos de verde que trataban de liquidar todo aquello por lo que él había luchado, aun habiéndose bajado del trono, no sabemos que le parecerá porque ni él lo sabe. De poco le sirve ahora la absolución.

Lejos de ideales o ideologías, Suárez seguramente no por formación pero, si por devoción y sobre todo por experiencia, era el vivo ejemplo del modo de hacer política en momentos extremos. Un trabajador incansable como él, que sobrevivió los casi cinco años que fue presidente del gobierno a base de tabaco, café y tortillas francesas no puede ser un mentecato del tres al cuarto. Era él quien gobernaba cuando todo el mundo se rindió al milagro español. Cinco años de la vida de una persona dedicados íntegramente a construir una España inexistente. Sin una constitución solida y duradera que le precediera, con los rencores vivos de los muertos de unos y de otros, con familias aun separadas en bandos, Suárez tenía que convencer a todas las personas habitantes de este país de que era posible una autentica España porque muchos, muchísimos, ni sabían ni se creían que se pudiera vivir de otro modo.


La única defensa de la mente ante la desgracia es el olvido de los hechos. Los recuerdos se almacenan sin orden ni concierto, modificados a nuestro antojo, adornados y convertidos en postales mas bellas. Para aquellos momentos duros, los peores, la mejor defensa es la supresión. La ausencia de cualquier resquicio de pensamiento que propicie la vuelta a la memoria del dolor que encoje el corazón retorciéndolo hasta el llanto.
Son muchos los casos de personajes históricos políticos aquejados a una edad relativamente temprana del monstruo del Alzheimer. Quizás el único mecanismo biológico para que la tortura por las decisiones tomadas o por tomar y de las que dependían millones de personas no les arrastren a la locura aunque si a la autodestrucción involuntaria.

Para este hombre no había un diagnostico claro de cómo, cuándo y por qué vivía pero no existía. La medicina no supo dar respuesta a por qué se perdieron absolutamente todos sus recuerdos, hasta los mas íntimos. No se explica como un hombre que se significó por su vehemencia en el discurso, por su inteligencia a la hora de plasmar con palabras pensamientos no era capaz de hablar con fluidez y de un modo inteligible.

Adolfo Suárez fue uno de los protagonistas de una de las etapas del siglo XX que sirvió de ejemplo para muchos países aspirantes a la democracia y para muchos otro que no creían en que el cambio que se produciría en España seria rápido y sin dolor ni muerte. Los precedentes históricos del país, no auguraban un futuro prospero y duradero pero Suárez, entre otros lo hizo posible.

Quizá el único modo que su mente encontró de superar tantos sinsabores políticos y personales fue el olvido no selectivo, el olvido total, sin reservas.  

Hoy se ha ido del todo físicamente pero hace mucho tiempo que pasó a formar parte del esos pocos seres humanos que permanecerán siempre en la memoria mas allá del tiempo.

Mi pesar por el adiós al Presidente, se ve en parte mitigado por su ejemplo y su talla humana.
Representa todas aquellas cosas que personalmente valoro: el pundonor, el coraje, la determinación, la fuerza, el espíritu de trabajo, la entrega a su creencias, el servicio incansable a aquello en lo que el creía, la capacidad de propiciar el encuentro, el sacrificio por encima de sus propios intereses, el amor a la familia, la lealtad. Sobre todo y por encima de todo Adolfo Suárez fue un hombre leal.




GRACIAS Y HASTA SIEMPRE PRESIDENTE.

Silvia Brasa
2014




domingo, 9 de marzo de 2014

Antianálisis de la invasión de Ucrania.

Arcángel Miguel en Maidan, patrón de Kiev
Lamento desilusionar a aquellos que me habeis pedido un análisis sobre la situación geopolítica de Ucrania con motivo de la invasión rusa. Cada vez que la palabra "experta" planea sobre quien escribe, aparece el borde de una madriguera en la que puede intuirse paredes decoradas de enormes agujeros de carencias de conocimientos. Mientras siento la tentación de arrojarme hacia una caída sin fin, leo incansablemente análisis, historias, predicciones que no hacen más que aumentar la confusión respecto a lo que está ocurriendo en ese inmenso país. Por fin he sucumbido a la tentación de perseguir al conejo y abandonar la lectura. Mientras me hago pequeñita tras probar el líquido de la botella que ponía "Bébeme", descubro otra palabra en la etiqueta que no había leído antes de tomarme la poción...

Obsesión

El comienzo del prometedor siglo XXI ha estado caracterizado por la necesidad de ordenar el mundo. Cada vez que algo lo descoloca parece inevitable situar todos los acontecimientos en un lugar adecuado. Tras las pruebas de ordenamiento fallidas de la primera década, motivadas por el omnipresente 11S, se ha pasado a un "Neonuevo Orden Mundial", caracterizado por un softpower impuesto por la obsesión de ignorar que no todo el mundo desea la paz o se vale de medios de negociación pacíficos para resolver sus conflictos. De este modo, con la hábil promoción de Reino Unido de Catherine Ashton para que inutilizara lo máximo posible la política exterior y de seguridad de la Unión Europea, se ha ido abandonando paulatinamente el cuidado de las relaciones diplomáticas con los países vecinos. El hecho de que los conflictos se resuelvan solos por obra y gracia de la inacción, parece dogma de fe en la Comunidad Internacional. Rusia además, cuenta con la capacidad de quienes se enfadan primero y y con más fuerza para que aquellos que evitan el enfrentamiento, agachen la cabeza y aguanten el chaparrón con tal de no crear más polémica.
Los ucranianos a pesar de todo, llevan años queriendo acercarse a la Unión Europea con la esperanza de ser un poco más libres del yugo ruso, que tras más de veinte años de independencia después de la caída de la Unión Soviética, sigue siendo un lastre para la evolución del país. Ucrania nunca ha tenido verdadera conciencia de que era el "tesoro de Rusia", especialmente por su posición geográfica, ya que sus líderes han estado siempre manipulados y subordinados al gobierno de Moscú. La alternativa europea tampoco ha sabido conquistar a los eslavos por la falta de un verdadero reconocimiento de ciudadanos de pleno derecho en cualquier parte de la Unión. El Acuerdo de Schengen no solo excluye a Ucrania de iure en cuanto a una circulación de sus ciudadanos más cómoda por los países vecinos, sino que además promueve que se les trate burocráticamente como a los ciudadanos rusos que viajan o establecen su residencia en Europa. La mayoría de estas personas puede contar rocambolescas historias de cuanto han padecido para obtener visados, cruzar una frontera, solicitar residencia o nacionalidad y el trato discriminatorio que sufren cada vez que tienen que dar cuenta de su procedencia y las razones que le han llevado a buscarse la vida fuera de sus países a las autoridades de cualquier país europeo. A pesar de ello o precisamente para que esto dejara de suceder, en 2004 se iniciaron una serie de movilizaciones que se conocen como la Revolución Naranja y que denunciaban el fraude electoral que había conducido al poder a Viktor Yanukovich, íntimamente ligado a los dictámenes de la Duma, y que apartaba, ya que el veneno no pudo hacerlo, a su rival Viktor Yushchenko, lider socialista prooccidental.


Pasos para ordenar el mundo. 

Primero: clasificar.

Todas la noticias derivadas del estallido violento de las manifestaciones en Kiev de los últimos meses, parecen adolecer de una necesidad compulsiva de etiquetar los hechos y a sus protagonistas.
Diez motivos de la revolución ucraniana, cinco claves de la invasión rusa, veinte razones por las que ha estallado el conflicto... La necesidad de encontrar razones para la siempre sinrazón que supone el recurso a la violencia, da rienda suelta a quienes titulan sus artículos aportando realmente poco respecto de la realidad ucraniana. Personalmente me resulta de un atrevimiento obsceno valorar  que ha impulsado a un país a llegar al borde de una guerra civil, sin haber vivido en él durante los últimos veinte años y sin poder sentir en carne propia el ver que mientras el resto del mundo evoluciona en todos los aspectos, uno de los territorios más ricos del planeta permanece congelado y condenado al sometimiento de la "Madre Patria" a quien un día no le quedó más remedio que dejarle abandonar el nido pero que no suelta amarras. Rusia ha educado a Ucrania para sentirse permanentemente dependiente de quien dice ser su valedora, cuando en realidad es el gigante ruso quien tiene verdadera necesidad de Ucrania. Pero si de algo han sido expertos todos los líderes del Kremlim es de saber utilizar la propaganda y el terror para que a ninguno de sus imprescindibles satélites se les ocurra salir de la órbita.

Segundo: etiquetar a la población en conflicto

Los manifestantes de la Plaza de la Independencia en Kiev, la Maidan Nezalezhnosti, ya no visten de naranja. Desde el comienzo de las movilizaciones en noviembre de 2013, tras la decisión gubernamental de no firmar un acuerdo comercial con la Unión Europea, las banderas azules con las doce estrellas doradas, las caras tapadas con mascaras y los cascos de obra pintados de colores han sido los principales distintivos. 
Mientras Rusia se esfuerza por calificar a los manifestantes como ultraderechistas, radicales, violentos, terroristas, pagados por occidente y católicos (¡¡¡¿¿¿???!!!), los analistas occidentales se pierden en tratar de distinguir bandos. La necesidad de etiquetar a buenos y malos, distinguir entre lo blanco y lo negro sin contemplar la posibilidad de un espectro incontable de colores, pretende dar solución al problema. En un mundo globalizado solo para algunas cosas, la diversidad se ve mas como fuente de conflicto que como modo de enriquecimiento social y se fomenta la necesidad de dar explicaciones de los motivos de disputa desde la absurda creencia de que lo diferente, si hablamos de personas, no se puede mezclar. 
La realidad es que en Ucrania, territorio de historia tan antigua como compleja, las guerras han dejado una diversidad social como no se conoce en ningún país de Europa. Sus casi 45 millones de habitantes hablan múltiples dialectos además del ucraniano y el ruso impuesto por la URSS a fuerza de hambrunas (Holodomor fue de una magnitud semejante al Holocausto Judio pertrechado por los nazis, por más que la historia parezca querer ignorarlo), pertenecen a más de una decena de etnias, y practican tres religiones con distintas peculiaridades que aumentan las variantes. 
Sin embargo, es mucho mas sencillo decir que la mayoría tiene razón y son los buenos y las múltiples minorías por el hecho de serlo no la tienen y  son los malos. O viceversa según el ángulo desde el que se mire.

Tercero: identificar protagonistas (antiguamente conocidos como líderes).


En Europa desde la crisis económica que ha azotado a todo el planeta, la voz que parece dominar y liderar la UE ha sido la de la Canciller Merkel. Ese ejercicio de liderazgo tan demode se ha visto empañado por seguir pagando por un pasado del que solo fueron responsables sus protagonistas y que les persigue ayende las décadas. Otro de los términos que más se ha utilizado para titular el actual problema ucraniano es el de "Guerra Fría". Para Merkel calificar la posible situación prebélica como "Fría" adquiere un significado literal. Un tubo denominado conducto North Stream surte de gas a Alemania y a la mayoría de los países del este de Europa. El 25% del petroleo que consumen los germanos procede de Rusia. Los precedentes de Putin en cuanto a como "enfriar" sus relaciones con la propia Ucrania o Georgia invitan a preocuparse por la posibilidad de que pueda cerrar la llave. La mandataria alemana no ha podido permitirse la incapacidad de Lady Ashton y desde el primer momento en que Rusia decidio tomar parte activa en la situación política ucraniana trató de buscar una solución junto con Obama al conflicto.
Barack Obama, presidente de los Estados Unidos, que pese a quien pese sigue siendo la potencia número uno, acomete una vez más el papel de jefe de facto de Naciones Unidas ante la pusilanimidad de Ban Ki Moon. Cada vez que surge un conflicto en cualquier punto del globo y Obama hace unas declaraciones, estas son etiquetadas de amenaza y es que la herencia de su antecesor ha sido una "yankifobia" absurda que cargará en sus espaldas, hasta el fin de sus días como presidente, por más que no haya llevado a cabo ningún tipo de intervención de carácter ofensivo desde 2008 que inició su mandato. Contrariamente a lo que dicen los titulares, emprendió la prometida política de puesta a cero con Rusia, liderada por entonces por Medvedev, viendo ahora como Putin manifiesta su voluntad, ya que Putin, inexplicablemente "no amenaza", de romper incluso los tratados sobre armas nucleares que Obama promovió.
El protestado a muchos grados bajo cero por toda Rusia nuevo nombramiento de Vladimir Putin en 2012 llegó a ser incluso aplaudido en los últimos meses de 2013.
Ignorando ínfimos detalles sin importancia como un cambio en la Constitución Rusa para perpetuarse en el poder, la libre interpretación de los derechos humanos por la que se puede perseguir y asesinar impunemente a quienes se manifiesten contra el gobierno o tengan una tendencia sexual determinada, la financiación de la mayoría de los medios de comunicación para que informen convenientemente a la población cada vez mas pobre de las bondades de sus mandatarios cada vez más ricos y corruptos y alguna que otra nimiedad más como el veto sistemático en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas para acabar con la barbarie en Siria, Vladimir Putin ha llegado a ser promovido como Premio Nobel de la Paz y sus actuaciones veneradas por la Comunidad Internacional.
Antes de la huida del legitimo ganador de las elecciones a la Rada ucraniana, cuyos comicios han estado caracterizados por su transparencia y ausencia de manipulación, ya advertía Putin ante la UE que no admitiría intervención alguna en Ucrania, del mismo modo que él cometería una injerencia en la soberanía de cualquier país de la Unión si decidía intervenir en los asuntos de cualquiera de los Veintiocho. Si algo a caracterizado la política exterior de Putin ha sido su defensa de la independencia de la soberanía de los Estados. De este modo, y como viene siendo habitual una vez al año, un jueves se iniciaban unos ejercicios militares en todo el territorio ruso y el sábado casualmente, hombres con uniformes militares sin distintivos en su indumentaria portando armas y banderas rusas, en vehículos militares de matrícula rusa, atraviesan la frontera ruso-ucraniana y se instalan en puntos estrategicos del país encañonado a los militares foráneos. 
(Quien todavía no haya percibido la ironia, por favor relea el parrafo con toda la que le sea posible).
Por más que cualquier tipo de norma sea interpretable, por más que la distinción entre combatientes este perfectamente legislada en derecho internacional y derecho humanitario, el sentido común  no deja margen para la duda, ¿o si?.
Putin, escudándose en que los americanos y por extensión el mundo occidental, han reinterpretado a su antojo el ordenamiento mundial, y han intervenido para supuestamente llevar la democracia y la paz a terceros países, fueran cuales fueren las causas, siempre injustificables y reprobables, eso sí, se veía en la obligación de defender a los rusoparlantes de Ucrania, esa segunda y tercera generación surgida gracias a una dieta milagrosa a base de pan y agua que llevó a la muerte a unos diez millones de personas. Vladimir Putin no amenaza, defiende sus intereses justificados en razones históricas, políticas, geográficas y defensivas ya que la amenaza de Occidente está siempre presente. (Ruego un poco más de ironía a la lectura de estas últimas frases si cabe mordaz en grado extremo).

Por más que haya utilizado la ironía en párrafos anteriores me niego rotundamente a caer en la falta de verguenza de hacer una posible comparación de lo que puede ocurrir en algunas regiones de Ucrania, como Crimea, con otras pretensiones de reordenamiento político-territorial de otras en Europa. Puestos a comparar no pierdo la esperanza de que en algún momento alguien se de cuenta de la estupidez de intentar mezclar agua y aceite

Cuarto: solucionar el conflicto

Los deseos de paz de la Comunidad Internacional, han llevado a una tensa espera en la que todos imploran en silencio que Putin salga del embrollo en el que se ha metido al invadir un país independiente. Rusia, uno de los cinco con derecho a veto en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, apoyado además por China, tiene vía libre para deshacer el entuerto o complicar aún más la situación. 
Mientras, el llamado bloque occidental tan criticado por su supuesto despotismo, tiene que contemplar inmóvil, que decide Rusia ya que está atada de pies y manos no solo diplomáticamente sino también socialmente. El conflicto ucraniano, ha dejado patente hasta que punto se ha educado en el pacifismo a la sociedad actual que desprecia a sus líderes, tan criticados por no ejercer un verdadero liderazgo y cuando se tienen que poner el traje de mandar, ya no pueden ni saben liderar nada porque así se les ha pedido. La sombra de la posibilidad de una Tercera Guerra Mundial, tampoco parece motivo para que el malentendido pacifismo comience a llamar a las cosas por su nombre y se admita que existe un auténtico problema en las relaciones internacionales actuales. 


Ocurra lo que ocurra, ruego sinceramente se me disculpe la incapacidad de realizar un análisis en la línea habitual del blog. Como ser humano corriente, que lee la prensa e intenta entender que ocurre alrededor, no puedo dejar de pensar en esos 45 millones de personas de un bellísimo territorio llamado Ucrania, tan cerca del que yo habito que tienen que asistir atemorizados al terrible espectáculo de verse una vez más "decidiendo" a base de miedo que va a ser de sus vidas, mientras los buenos hacen de buenos y los malos han conseguido convencer al mundo de que son más buenos incluso que estos.

No hay más ciego que aquel que no quiere ver y las obsesiones traen por defecto unas anteojeras que impiden mirar hacia atrás para poder avanzar teniendo en cuenta caminos distintos a los que se nos obliga a mirar.

Silvia Brasa. 2014